Un día cualquiera

Mucha gente vive según la intuición del hermano Carlos de Foucauld. Desde la Habana (Cuba) hta. Norma nos cuenta sus descubrimientos

“Señor abre mis labios y mi boca proclamará tu alabanza”.

Así empezamos cada día la oración mientras no tan lejos se escucha las voces de los pregoneros que venden el pan, la campana del vecino saludando a sus dioses, los gallos, los gatos, los perros, la cafetera, etc.

La certeza del hermano Carlos de que “Jesús hizo de la vida cotidiana el lugar de encuentro con Dios” es la intuición de mucha gente que sin saberlo lo viven, basta con salir que mientras caminas te encuentras con l@s que van a sus trabajos o l@s que van a la panadería por el pan para desayunar o para guardarlo de almuerzo. Es la primera cola del día… Lázaro en la esquina habla con orgullo a sus amigos de las primeras travesuras de su hijo, y más adelante una vecina le dice a la otra donde puede conseguir aceite, picadillo o los preciados cigarrillos tan escasos por estos días- “no encontrará mucha variedad, pero sí mucha gente”- le dijo.

Por las tardes en el andén de nuestra casa o en frente reúnen muchas personas para agarrar aire fresco, jugar, beber, etc. sus tonos de voz agudos o graves dejan entrever el tipo de conversación… la vida bulle y se resiste a achicarse frente a las dificultades.

En la noche, un momento de silencio antes de darnos una palabra de agradecimiento por lo vivido: pasan por nuestro corazón encuentros, visitas, situaciones, cansancios, alegrías… y finalmente la oración de abandono que nos recuerda que somos amadas del Padre tanto como los muchachos que salen a la esquina con su música casi en el mismo momento que nosotras vamos a la cama. Sí, voy con el corazón agradecido y también con el deseo que ellos vayan a dormir pronto.

Hta Norma