Belén revela un Dios que viene a nosotros en la gratuidad, un Dios que, a través de la Encarnación, haciéndose niño, se vuelve accesible. Dios renuncia a toda forma de poder, acoge en Sí la fragilidad humana y por la fuerza de su amor salva el mundo. Con Él, nosotras también creemos que el amor es el único camino para la vida.

La mirada puesta en el Niño Jesús es la misma que guía nuestras opciones y orienta nuestro cotidiano. Como la gruta de Belén acogió a pastores y magos, así nuestras fraternidades, insertas en contextos pobres y periféricos, desean ser lugar de encuentro, donde mujeres y hombres de diferentes horizontes puedan «re-conocerse» y dialogar.