En su origen la Fraternidad fue fundada exclusivamente para los nómadas del Sahara. Hasta que una intensa experiencia espiritual dejó en la hermanita Magdalena “como una herida en el corazón”, una inmensa compasión por todo sufrimiento, un amor que arde y la arrastra hasta el fin del mundo. Ella no podía hacer otra cosa que consentir a este Amor. A partir de ahí, las fundaciones se multiplicaron como “burbujas de jabón” por los cinco continentes. “Quisiera que se volvieran ligeras, tan ligeras como una burbuja de jabón que un niño, jugando, puede hacer ir en todas las direcciones, de un soplo. Que el Niño Jesús te dé vueltas y más vueltas en sus manos como él lo desee…” (hermanita Magdalena).
Actualmente somos algo más de novecientas hermanitas, presentes en unos cincuenta países.