Vivo en una pequeña comunidad inserta en medio de un barrio pobre. Hago la limpieza en un hospital. A menudo voy a ver a 5 mujeres, ancianas y enfermas: una mujer musulmana, soltera, ciega y paralizada; dos budistas, paralizadas y dos cristianas que padecen amnesia y confusión. Me cuentan lo que viven durante la semana y yo les hablo de mi trabajo y un poco de mi vida en la comunidad, y de la vida en el barrio… Cuando me voy me dicen: “Cuando reces delante del Señor, cuéntale nuestra vida aquí”. Tenemos poco tiempo, pero estamos contentas de vernos. Una vez una de ellas me dijo: “Yo vivía, pero era como si estuviera muerta, ahora sé que estoy viva”. En momentos así reconozco el valor de mi vocación, de estar “presente”.