¡Nuestra vida puede parecer muy “banal”! Y sin embargo… nos asombra la intensidad de lo que vivimos, que no es extraordinario, pero tampoco banal. Habíamos deseado y decidido que esta fraternidad fuera una casa “de puertas abiertas” para toda persona que quisiera venir, hablar, reír, llorar, compartir, estar un rato… y resulta que Dios y los amigos y amigas se toman en serio nuestra decisión. Tal vez para alguna de nosotras el “tiempo” se hace más corto y apretado, porque la agilidad o la energía se vuelven más limitadas, pero estamos muy contentas de vivir juntas, y agradecidas por la Presencia de Dios en cada persona encontrada.